El último Latinobarómetro, un estudio de percepción que se hace en América Latina, refleja que el apoyo a la democracia en El Salvador bajó de 35 % a 28 %, una disminución de siete puntos, de 2017 a 2018, un índice que debería llamarnos como sociedad a la reflexión y a la preocupación sobre el escaso valor que se le da al sistema democrático.

Más preocupante aún, solo un 11 % de los encuestados está satisfecho con la democracia en El Salvador, un índice raquítico para un país que luchó tanto por conquistar este sistema tras décadas de dictaduras y guerra civil.

Un 28 % de los salvadoreños, según el mismo estudio, está de acuerdo con la frase “Aquí solo la democracia es preferible a cualquier forma de gobierno”, cuando el promedio de América Latina es 48 %.

El Salvador también aparece en primer lugar de una gráfica de países, con un 54 % de respuestas a favor de la frase “Da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático”.  A la pregunta si un gobierno autoritario puede ser preferible, en El Salvador hubo un 11 % de respuestas positivas.

Los salvadoreños debemos reflexionar sobre estos resultados. El costo de perder la democracia es tan elevado -como lo hemos visto en Venezuela o Nicaragua- que se convierte en una pesadilla interminable, sin libertades y sin derechos. Cuidado.